Hay gente que habla maravillosamente bien, gente que escribe fantásticamente. Gente que encuentra las palabras justas para cada momento, para cada emoción. Bueno, yo no soy una de esas personas. Mis alumnos el año pasado me regalaron un diccionario para ver si ampliaba un poco mi capacidad de verbalización. Bueno, no sucedió. Pero, como todas las cosas, existe una razón para que eso no suceda. Yo, bailo. Bailo para decir. Y ahí quería llegar. Bailar es hermoso, y lo afirmo sin ninguna duda. Pero tiene sus cositas: cansancio, calor, frustración, lesiones, dolor, dolor, dolor. Sí, bailar duele. El cuerpo no se termina de acostumbrar, básicamente porque siempre se puede hacer un poquito más, siempre se puede estirar un poquito más, ir más lejos, hacer más abdominales, no hay límite. Y como no hay límite no hay un lugar al cual llegar en donde se termina el esfuerzo, uno sigue intentando, entonces, sí señores el cuerpo sigue doliendo. SIEMPRE.
Entonces, vuelvo al principio y digo uno puede elegir qué visión de la danza toma. Puede ser una disciplina meramente técnica, necesariamente estética y llena de movimientos virtuosos. O puede ser un medio de expresión. Claramente, yo elijo el medio de expresión. Elijo decir con el cuerpo. Elijo ser la música. Dejarme atravesar y entrar en trance. Elijo que la sensación y la emoción le gane a la técnica. Porque la técnica es un recurso, nada más y nada menos. La técnica es la palabra. Y sólo vamos a adquirir técnica en la medida que necesitemos decir. No antes. Y el movimiento es rico y virtuoso y admirable cuando el intérprete lo siente. Cuando el bailarín se entrega absolutamente. Sin excusas.
Porque repito: el dolor físico es diario. La frustración es minuto a minuto. Las lesiones son casi necesarias. El cansancio es ilimitado. Pero si se elige recorrer este camino a pesar de todo eso, el placer y la libertad absoluta que da la danza es irreversible. Bailar es un camino de ida. Si ya entraron en ese camino, no traten de volver, porque les aseguro que no se puede. Si lograron que el disfrute le gane a la frustración, entonces entraron en un camino lleno de satisfacciones. El 95% de la danza es mental. A favor y en contra. Uno elige si va a ser a favor o en contra. Y todo esto tiene a veces, poco que ver con el docente; porque el proceso de búsqueda es individual y la elección de pasarla bien o no también.
Entonces, qué puede esperar uno de un proceso de formación en un arte tan complejo? a) que genere las ganas de buscar b) que ayude a encontrar algo, aunque no sea lo que estaba uno buscando c) y una vez que se encontró , que de las herramientas para poder discernir d) y así poder guardar lo mejor, lo que sirve, lo que suma e) y descartar lo peor f) y volver a buscar y hacer todo el proceso de nuevo, para básicamente poder disfrutar.
Hay gente que habla maravillosamente bien, gente que escribe fantásticamente. Gente que encuentra las palabras justas para cada momento, para cada emoción. Bueno, yo digo que verbalizar esta sobreestimado. Hay que bailar más y decir menos. Y dejarse llevar. Y entregarse absoluta y ciegamente. Y confiar. Y creer. Para poder ser genuino en el arte que uno elige. Sin excusas.